Vivir para el cambio social: la
nueva licenciatura en trabajo social
Por Astor Massetti
Cuando las
compañeras y compañeros de la Voz del
Estudiante, me propusieron contar el tema de la apertura de la nueva
carrera de trabajo social, me llenó de alegría la oportunidad que me daba de
festejar en público que nuestra universidad crece: nuevas carreras para el
2015. Y que carreras: (por ejemplo) ¡Medicina, Ciencias Agrarias y Trabajo
Social! La universidad crece comprometida con la salud, la producción y la calidad
de vida de la población de Varela y alrededores. Crece en la dirección correcta; orientando su
éxito no a vacíos conceptos de “calidad”, sino entendiendo la excelencia
académica como el triunfo de un modelo de profesional comprometido con las
necesidades del pueblo. Un profesional preocupado por “las necesidades de la comunidad, [con] el afán de resolverlas, y que, por consecuencia, no vea en la técnica
el fin, sino el medio para la realización nacional” escribió Jauretche;
autor al que nuestra universidad hace homenaje.
Los homenajes,
como los bustos de mármol olvidados en rincones o las estatuas de bronce confinadas
en una plaza cercada, pueden perecer envueltos en una especie de nostalgia
improcedente; pero este no es el caso: elegir relacionar la historia de la
universidad con Arturo Jauretche no es meramente estético. Se trata de
recuperar lo mejor de la tradición intelectual argentina; esa que comprendió ya
a finales de los años ‘40 que la
universidad pública, gratuita e irrestricta es el mejor aporte posible que la
enseñanza superior puede realizar al bienestar popular. Nuestra tarea es actualizar,
hacer concretas y dar proyección de futuro a esas ideas para que la universidad
cumpla el papel que se precisa. Estamos abocados a un esfuerzo que no es obvio,
sino que es una disputa constante, histórica, en la que hemos perdido muchos
“round”: las distintas purgas y persecuciones de docentes e ideas en el ‘55, en
el ’66, y en el 76; la claudicación del rol social de la universidad frente a
la “eficiencia económica” durante los noventa; la actual complejidad intrínseca
en la expansión de las trayectorias de docentes e investigadores, que
paradójicamente entraña el riesgo de olvidar que es esta universidad un fruto
del esfuerzo del pueblo y no patrimonio de las instituciones y lógicas que
acreditan académicamente nuestra “jerarquía”. Frente a estos desafíos la
alegría de ver en carne y hueso, en las sonrisas y también en cada ladrillo
como día a día la Universidad Nacional Arturo Jauretche incluye, propone y
provoca. Partiendo del convencimiento en
que el derecho a la educación superior implica la oportunidad de comprometernos
con nuestro futuro como docentes y nuestro presente como estudiantes; eligiendo
ser parte de nuestra propia educación y honrando así el sacrificio de nuestra
gente que posibilita que hoy estemos aquí.
¿En el caso
específico de la Licenciatura en Trabajo Social como será ese compromiso? Comencemos
por remarcar la vida no empieza en la universidad. Estamos en el mundo e
interactuamos con otros, a veces de la mejor manera y a veces mal, claro. Pero
también es cierto que todos damos una mano de vez en cuando. Algunos más, otros
menos; pero ayudar a un ser querido, a un vecino o a alguien que no conocemos
forma parte de lo que somos, ¿no? Simplemente hacemos lo que hay que hacer en
la medida de nuestras posibilidades; porque queremos mejorar las cosas y
entendemos que la única forma de cambiar para mejor es involucrarnos, poner el
hombro, estar al lado de quien nos necesita. Frente al discurso que trata de
imponer al egoísmo como característica central del ser humano y al
individualismo como ideología, nuestra vida cotidiana nos da claras muestras
que somos mucho más que eso; que tenemos conciencia de nuestras pertenencias y
que nos preocupamos por los demás. A
veces, nos preguntamos cual es la mejor manera de ayudar al otro: ¿¡quién no se
ha metido en discusiones sobre si está bien o no “dar” o hay que buscar
soluciones más de fondo!? ¡Puff!, estas son discusiones más viejas que el
mundo; y tienen por supuesto muchas respuestas. Lo cierto es que no dejamos de
preguntarnos: por qué si ayudamos una y otra vez de la misma manera, no dejan
de aparecer necesidades; ¡¿Qué tenemos
que hacer para cambiar las cosas en serio?!
Son estas cosas tan simples y tan sentidas por
todos las que explican el interés por la carrera de trabajo social: vocación
solidaria, voluntad de trabajo, esfuerzo por reflexionar sobre la mejor manera
de hacer las cosas. Poner el corazón, las manos, la cabeza ahí donde haga falta
para cambiar las cosas. Fundamentalmente, la convicción de que involucrarse es
el camino y la profesionalización de la solidaridad una forma de transitarlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario