Por Pablo Emanuel:
Estudiante de la carrera de Ingeniería en Informática
En febrero di mi segundo paso en lo que respecta a mi vida universitaria (el primero fue la inscripción).
Cuando arranque me sofocaron los nuevos conceptos: parciales, finales, institutos, sedes, centro de estudiantes, nuevos horarios, etc.
Menos mal que estaba el Curso de Ingreso, porque con tantos nuevos conceptos sentía que ponía cara de perro en mudanza, mirando con ojos muy abiertos a cada detalle, leyendo cada cartel como si fuesen jeroglíficos a descifrar. Cuando veía algo raro estiraba el cuello como gallo adentro de un balde tratando de no quedarme afuera de nada.
Menos mal que estaba el Curso de Ingreso, porque con tantos nuevos conceptos sentía que ponía cara de perro en mudanza, mirando con ojos muy abiertos a cada detalle, leyendo cada cartel como si fuesen jeroglíficos a descifrar. Cuando veía algo raro estiraba el cuello como gallo adentro de un balde tratando de no quedarme afuera de nada.
Si sos un estudiante más avanzado que yo, probable y seguramente te rías de mis reaccione ante esas situaciones. Si sos uno más nuevo, quizás compartas mis caras y formas de describir lo que me pasó.
Pero el nuevo no se acobarda. Acepta su ignorancia, confronta con su situación, supera su vergüenza y afronta lo que viene. Porque en la Universidad no solo se estudia una carrera, primero hay que aprender a manejar nuevos horarios, conocer gente nueva, saber elegir, responsabilizarse de sus propias tareas y a veces de otras personas, y aparte de todo, dedicarse a aprobar materias. Todo un desafío para alguien nuevo. Pasaron 8 meses, y si bien mis dudas son menos, mis reacciones ante situaciones nuevas siguen siendo las mismas.
Lo nuevo da un poco de miedo, y lo viejo aburre bastante; y en el medio se convive con esa sensación de no saber qué hacer. En fin, personalmente, no me gusta aburrirme, por eso me meto e intereso en todo lo que no conozco, porque aunque pase el tiempo y gane experiencia, me gusta la adrenalina de seguir siendo el nuevo.